Dinamarca

Ya está disponible NUESTRA GUÍA  de la VISA WORKING HOLIDAY DINAMARCA.

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Actualizado el 31/03/2015

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Dinamarca en primera persona

annete y martinLa primera vez que leímos sobre la visa Working Holiday de Dinamarca, pensamos que no teníamos posibilidades. El idioma oficial es el Danés, el costo de vida es muy alto como para llegar con poca plata y no hay muchas ofertas de trabajo.
Dinamarca fue algo así como nuestro plan Z. Después de intentar aplicar para todo tipo de visas en Nueva Zelanda y Australia y no obtener resultados, no nos quedó más que nuestra última opción.
Un mes antes de tomar el vuelo a Australia, hicimos un viaje fugaz a Buenos Aires a llevar los papeles a la embajada de Noruega ya que Dinamarca no tiene embajada en Argentina. Una hora antes de salir para el aeropuerto de Córdoba, nos llega una carta desde Dinamarca en la que confirman la recepción de los papeles. Tenía que ser una señal.
«Algún día voy a viajar en tren por Europa» y así fue como el 17 de junio nos subimos a uno y llegamos a Odense.
No elegimos Odense, la ciudad nos eligió a nosotros (y acá es cuando empiezo a escribir sobre «magia» y «destino» como dice Uli en tono burlón). Nuestro plan A era llegar a Copenhague y hacer todos los trámites necesarios para obtener el CPR (algo así como el CUIL) y empezar a buscar trabajo. Pero, como ya aprendimos, en este viaje los planes A,B y C nunca funcionan. Lo que pasó fue más o menos así: Una noche en Australia, mientras estudiábamos los pasos a seguir ni bien llegamos a Dinamarca, decidimos crearnos una cuenta en WWOOF para conseguir un lugar para trabajar a cambio de comida y alojamiento mientras buscábamos trabajo en el viejo continente. Creíamos que era nuestra mejor opción ya que se nos estaban acabando las reservas y, de paso, empezábamos a aprender un poco sobre la vida Danesa. No más de 3 minutos después de crear nuestro perfil (casi instantáneamente), nos llega una invitación de Annete y Martin para pasar el mes de junio siendo voluntarios en su huerta orgánica. El lugar era en una isla diferente a la de Copenhague y la ciudad más grande era una tal Odense, según Google. No nos habían dicho cuántas horas íbamos a tener que trabajar ni en qué. Tampoco tenían fotos de la casa ni mucha más información, pero dijimos que SÍ! En estos pocos meses aprendimos que lo mejor que podemos hacer es mirar para adelante sin tener miedo y disfrutar de todo lo que encontramos en el camino.
Llegamos a Odense y conocimos a Bine, una chica de lo más alegre y radiante que nos llenó de esperanzas y energía positiva. No hacía ni medio día que estábamos y ya teníamos amigas es este país desconocido. “Me quiero quedar a vivir acá” era lo único que podíamos decir y lo que más deseábamos. Empezamos a sentir esa presión que se siente cuando deseás algo con todas tus fuerzas y sabés que si te esforzás demasiado y se alinean los planetas, a lo mejor, podés lograrlo. Pero, por supuesto, nos dimos cuenta de que nada iba a ser fácil. La oferta laboral no es tan abundante como en Australia, en el 90% de los casos te piden que hables Danés y los puestos para el trabajo en el campo suelen ocuparse ya en Abril o Mayo. Algo de verdad tenían los comentarios negativos en internet pero nosotros estábamos convencidos de que había que intentarlo, y aún lo estamos.
Cada día que pasa es casi como un regalo. Cada persona que conocemos nos saca una sonrisa. Ya no importa si no conseguimos trabajo (que sí vamos a conseguir), si tenemos que inventar una nueva forma de viajar o si tenemos que volver a casa. Todo habría valido la pena sólo por vivir estos días en Dinamarca.

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skaroPIDE AL UNIVERSO Y EL UNIVERSO PROVEERÁ. Fue así como pedí un helado y me dieron una heladería!

A los cinco meses de viajar «barato» (sin un mango, digamos), uno ya empieza a extrañar esos pequeños placeres de la vida como PODER COMPRAR UN HELADO. Fue así como, buscando otro destino Wwoofing, porque aún no nos animábamos a lanzarnos a la ciudad a buscar trabajo sin alcanzar el monto para pagar el primer mes de alojamiento, encontramos SKARO. El trabajo, según la página web de Wwoof, consistía en: vender helados y café orgánico. Y fue así, con algunos adicionales como limpiar los baños y la cocina, pero la mejor parte es que podíamos comer todos los helados que quisiéramos. DISNEY, para mí, y no tan malo para Uli ya que tienen el 50% menos de azúcar que los helados normales. Más alegría todavía fue enterarme de que el 90% de los helados que hacen son VEGANOS ya que no utilizan ni huevos ni leche en la elaboración.
Considerando aparte la abismal diferencia entre lo que es Wwoofing y este trabajo (que va a ser motivo de un post particular ya que quiero que la gente tenga bien en claro qué es Wwoofing y con qué se puede encontrar), podemos destacar miles de momentos inolvidables de estas dos semanas.
SKARO es una isla ubicada en el Mar del Este que tiene tan solo 28 habitantes. La mitad de las construcciones son casas de verano y por esta época (verano y vacaciones en Dinamarca) están repletas. El único local/super/shop de la isla es la heladería IS FRA SKARO donde trabajamos nosotros. Abríamos el local a las 8.30 de la mañana, limpiábamos las mesas y dejábamos todo en orden para esperar a los primeros clientes. Uli, que era como el chef, preparaba los almuerzos y se encargaba de la cocina. Lo mío fue la atención al público, y tengo que decir que nunca disfruté tanto un trabajo como éste.
Si bien, la isla es muy pequeña y con pocos habitantes, todos los días llegan botes y el ferry con turistas que vienen a pasar el día o a probar los helados más famosos de Dinamarca. Para nosotros fue fascinante aprender cómo un local depende de la hora de llegada del ferry o de los cambios del viento. Que el reloj marque las 11.30, 14.30 o 17.30, significa que hay que prepararse porque se aproxima un grupo bastante numeroso de gente ansiosa por un helado. Que el viento cambie de dirección, o que anuncien tormenta, significa que el puerto va a estar vacío.
Atender el local, significó hablar con turistas daneses, alemanes, holandeses y encontrar algún que otra argentino o hijo de argentino con quien hablar español. Si bien a los daneses de mayor edad no les hacía ninguna gracia tener que hablar en inglés en su propio país, la mayoría de los que nos visitaban se mostraban interesados y sorprendidos de encontrar dos argentinos en esta isla tan pequeña. Y eso daba motivo de charlas, por lo que nos hicimos varios amigos de diferentes lugares y muchos de ellos nos ofrecieron su ayuda.
Hubo un grupo muy especial que se alojó en un campamento las dos semanas que estuvimos trabajando en el Shop. Eran como 50 y muchos de ellos nenes de entre 7 y 13 años. Los más chicos aún no hablaban inglés, pero se las arreglaban para hacerme entender que querían un helado GRANDE de 4 bochas. Vale aclarar que después de la primera semana ya entendía qué me pedían, aunque me lo digan en danés. Venían a comprar en grupos de 10 o 20 y siempre colmaban la tienda. Más allá de mi nerviosismo por hacer todo rápido y cobrar bien (al principio me equivoqué bastante con las Coronas Danesas), siempre me sacaban una sonrisa con sus comentarios y sus chistes.
El día que se fueron (dos días antes de que dejáramos la isla), fue un día triste. Si bien no conocía todos sus nombres, o no habíamos compartido nada fuera del local, sentí que estaba frente a otra despedida. Caminamos hasta el puerto y los vimos irse en el ferry y saludarnos con la mano, como en los momentos tristes de las películas. Aún no entiendo qué tienen los viajes que hacen que uno se encariñe tan rápido de gente que no va a volver a ver nunca más. Quizás es porque esos nenes me recordaban a Campbell, Williams y Anablle a quienes cuidé por 6 semanas en Australia y extraño un montón, o a la manada de primitos que tengo del otro lado del océano. Uno se encariña rápido y la despedida llega muy pronto.
Dos semanas pueden no ser nada cuando se lleva una vida de rutina. Dos semanas son toda una vida cuando se está de viaje. Son 14 días para conocer el lugar, su gente, sus historias; 14 días para encontrar el próximo lugar a dónde ir, para encontrar cómo ir y con qué plata. 14 días para solucionar problemas, para animarse a hablar y para aprender un poco más de todo.
Skaro es una isla a la que nunca hubiésemos venido de no ser porque decidimos vivir esta experiencia (Wwoofing) una vez más antes de instalarnos en la ciudad.

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final«Si Argentina juega la final, nos vamos para Copenhague”, dijimos mientras esperábamos que empiece el partido contra Holanda, solos, en el medio del campo. Porque somos ARGENTINOS, y a las emociones grandes las vivimos en grupo, con una banda, con alguien que te acompañe con los cantos, con los gritos y con los colores. El jueves a la 1 am (en Dinamarca), supimos que el domingo íbamos a estar en Copenhague, como sea.

Hoy, somos dos Argentinos más que agradecen infinitamente a esta selección. GRACIAS, porque por ustedes volvimos a hacer dedo y a recordar cuán maravilloso es estar de viaje y, sobre todo, porque el domingo nos sentimos como en casa. Compartimos ese día tan especial, histórico y único con la “banda loca” de argentinos que tiene Copenhague. Estuvimos desde las 5 de la tarde hasta las 12 de la noche escuchando bombos, trompetas y cantos el ritmo de “Brasiiiil decime que se siente…” y “Vamos vamos ARGENTINA…”. GRACIAS, por recordarnos que los Argentinos también somos hospitalarios entre nosotros y que, a pesar de que muchos digan que en otros países nos esquivamos, en realidad nos saludamos como si fuésemos familia.
Porque vivimos un domingo de FIESTA, porque fue una experiencia que no vamos a olvidar nunca, porque nos sentimos muy orgullosos de ser del celeste y blanco, porque sentimos lástima de los alemanes al ver que ni siquiera festejaban y alegría de saber que nuestro país, por primera vez en mucho tiempo, estaba UNIDO.

Gracias a Johana y Ana de Chicago por llevarnos hasta Copenhague y a Alexander de Odense por traernos de vuelta. Gracias a Rubén y a la gente de Mendoza por integrarnos como si fuésemos de la familia, a los chicos de Necochea y a la chica de Capital por pintarnos la cara a todos.
Gracias Flor y Sebas de Buenos Aires por recibirnos en su casa y por las charlas!
Y Vamos ARGENTINA carajo!!

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CPHCopenhague no es Dinamarca. Es una ciudad diferente que carece de los encantos de las ciudades y los pueblos daneses pero que tiene algo de especial, algo de metrópolis, algo de multicultural. Supongo que es como toda capital, abrumadora al principio y un poco desesperanzadora hasta que te vas acomodando y podés empezar a disfrutar de esos lugares que cruzás camino al trabajo.
Y digo visa Working Holiday Copenhague, porque fue en la única ciudad donde encontramos posibilidades para nosotros, los extranjeros que no hablamos danés. Nuestra idea era llegar, trabajar en el campo y vivir por unos meses en algún pueblo. Pero parece ser que todos los caminos conducen a Copenhague y que, como muchos dicen, es en “la gran ciudad” donde se te abren más puertas.
No fue fácil llegar, un mes atrás parecía algo imposible de incluir en nuestros planes. Pero como todo, cuando tiene que pasar pasa. Muchos nos preguntan cómo es el tema de conseguir trabajo, los papeles, el alojamiento, el inglés, entre otras cosas. Yo sólo puedo contarles nuestra experiencia, porque cada argentino que conocimos llegó de manera diferente y las experiencias son totalmente distintas. Hay una sola cosa que podemos asegurar, y es que más de una vez lo que se necesita es suerte.
Llegamos a Dinamarca cerca del 15 de Junio. Decidimos hacer los trámites para el CPR en Odense, ya que consideramos que sería más fácil que en la capital (y así fue, al menos nos sirvió esa primera semana). En 3 días ya teníamos CPR y cuenta en el banco, trámite que teníamos que hacer para trabajar legalmente en el país. Nos fuimos a un campo a hacer Wwoofing, y nos encontramos con que ya podíamos salir a buscar trabajo pero no teníamos plata ni para pagar el primer mes de alquiler en una ciudad, cualquiera que elijamos. Sin plata para el primer mes de alquiler, y sin nadie que se ofrezca a alojarnos por al menos 30 días, estuvimos un mes en la granja. Tuvimos la suerte de que por ese mes los dueños de la granja necesitaban que trabajemos más de 4 horas (las reglamentadas por Wwoofing) por lo que se ofrecieron a pagarnos horas extras. Un mes después, aún habiéndonos pagado horas extras, no nos alcanzaba para el mes de alquiler en la ciudad.
Decidimos cambiar de Wwoofing y terminamos en una isla, donde trabajamos atendiendo una tienda de helados y café. Ahí tuvimos que trabajar muchas horas extras, por lo que los dueños accedieron a pagarnos. Fue así como llegamos a un monto razonable para lanzarnos a la ciudad.
Un mes y medio después, entre la duda si ir a Copenhague o a Arhus (las 2 ciudades más grandes de Dinamarca). Terminamos en CPH, donde teníamos más contactos (esas dos semanas en la isla conocimos mucha gente de la capital). Fue ahí donde Flor y Seba se ofrecieron a hospedarnos la primera semana, y mediante una mujer que conocimos la noche antes de salir para CPH, conseguimos alojamiento por dos semanas más (de forma gratuita). Eso nos dio suficiente tiempo como para buscar algún alojamiento fijo (algo que parece imposible acá) y para buscar trabajo.
Repartiendo currículum, conseguimos trabajo a las dos semanas de dishwasher. Básicamente, lavaplatos. Nos encontramos con que aún en CPH tenés problemas para trabajar sin danés fuera de temporada, así que nos consideramos muy afortunados. Estamos compartiendo living con nuestro amigaso cordobés Axel, quién consiguió el lugar por medio de un contacto. Conseguir alquiler en esta ciudad es casi un caso perdido, al menos por estos meses. Hay mucha demanda, poca oferta y precios muy altos.
Dos meses después de haber llegado a Dinamarca, conseguimos trabajo, no estamos durmiendo en la estación de tren y , lo mejor de todo, hicimos un grupo de amigos inigualable que nos incentivó a llegar mucho más lejos.
Creemos que la visa WH Dinamarca no es imposible, sólo se necesita un poco de suerte, ayuda, contactos y mucha mucha voluntad para sacar soluciones donde a veces no las hay. Es casi como una prueba de cuántas ganas tenés de seguir viajando =)