Alemania
En Octubre de 2013 teníamos la plata justa para comprar pasajes a cualquier destino del otro lado del mapa. Sabíamos que, como ya es costumbre, a los pocos meses iban a costar el doble, así que tomamos una decisión rápida. El azar, el destino o nuestra primera experiencia de Couchsurfing con Tara y Shane (pareja australiana) hicieron que pongamos el dedo en el país de los canguros.
Ya comprados los pasajes, supimos que no teníamos chances de aplicar para una visa de Working Holiday o de trabajo de ese país ya que no cumplíamos con los requisitos. En fín, como saben, nos aventuramos con poco y nada de dólares y con la visa de turista. Pero un mes antes de partir, jugamos nuestra última carta y aplicamos en Buenos Aires para la visa de Working Holiday en Dinamarca. Sí, era en la otra punta del mundo y sí, no teníamos ni la menor idea si nos la iban a dar ni cómo íbamos a pagar el pasaje.
Dos meses después nos notifican que tenemos permiso de residencia en ese hermoso y desconocido país (para nosotros) de Europa del norte.
Nos subimos a un avión a Shangai (China), dormimos una noche en el aeropuerto. Sí, en china y en un lugar donde se supone que al menos hablan inglés, pero no. Y un día después ya estábamos en Europa, en Frankfurt- Alemania que era el vuelo más barato.
Vale aclarar que más allá de lo lindo que suena estar en 24 horas en tres continentes distintos, el cuerpo y la mente, literalmente, NO ENTIENDEN NADA.
Fue cerrar los ojos, abrirlos, y caer a una ciudad en la que casi todo el mundo habla español, pero los carteles están en alemán. Los autos circulan en el carril derecho, los conductores están a la izquierda, la gente camina por la derecha, no se puede caminar sobre las ciclovías y los negocios cierran a eso de las 9 de la noche. Todo eso y pasar de un país en el que se hace de noche a las cinco de la tarde a otro en que a las 21.30 todavía hay sol, es un gran cambio.
Otra moneda, otros precios, otras reglas… Como todo gran cambio, al principio es común resistirse. Estábamos en Europa, cumpliendo nuestro sueño, pero extrañábamos Australia, su limpieza, sus baños públicos, su agua potable gratis en todos lados, la amabilidad de la gente, la necesidad de hablar en inglés, la posibilidad de comentar en español sin que nadie entienda, los mapas gratis y la facilidad para entenderlos.
Dos días después, el estar en una ciudad que fue escenario de la Segunda Guerra Mundial, los castillos y las construcciones antiguas nos terminaron convenciendo. Estábamos en Europa, al fin.
¿Cómo se expresa esa felicidad de haber cumplido el sueño de toda tu vida? Porque más allá de que no sea un sueño original, no hay nada más gratificante que haber llegado a tu modo y con esfuerzo.
Nos tomamos unos días en Alemania antes de marchar a Dinamarca a empezar con todos los trámites para el permiso de trabajo. Aquí van las fotos!