Lo que Dinamarca me dejó

Lo que Denmark me dejó

Kertinge-Dinamarca, abril de 2015

Estaba agotada. Eran las dos y media de la mañana y el día había sido largo. Subí al segundo piso a donde estaban las que serían nuestras camas por esa noche. Encendí el velador con forma de mundo y me acosté en el piso de alfombra al lado de Pepper, ese besucón peludo negro con manchas blancas.  Del otro lado de Pepper estaba Uli, también exhausto, también mirando el techo y sonriendo. Desde abajo, llegaba el sonido de Jack Johnson. No se podía distinguir la letra, pero los acordes acompañaban a la perfección a mi mente que divagaba, mitad exhausta, mitad plena de felicidad. ¿Qué más podía pedir?

El día había empezado a las 8 am cuando salimos a la ruta a hacer dedo desde Copenhague hasta Odense (el pueblo cercano a la casa de campo de Annette y Martin). Como en otras ocasiones, no esperamos más de 10 minutos que una pareja de mujeres frenó y nos invitó a subirnos a su auto. El viaje duró alrededor de 2 horas que se pasaron rapidísimo entre charla y charla. Quizás eso es lo que me gusta de hacer dedo (hitchiking): hablar, contar y escuchar historias nuevas todo el tiempo, además de la confianza en el otro, en la humanidad.

Luego, en Odense, nos tomamos un bus a Kerteminde y ahí nos encontramos con Annette en el supermercado Brugsen. Mientras la esperábamos en la puerta, vimos a una perrita con collar y sin correa que parecía perdida. Lo primero que nos llamó la atención fue que no estaba atada. En casi todos los lugares públicos de Dinamarca está prohibido tener sueltas a las mascotas. Nos quedamos un rato con ella, por las dudas. Sabemos que acá los perros están tan entrenados que esperan a sus dueños en las puertas de los locales sin moverse ni hacer ruido, pero no pudimos dejar de dudar, es una costumbre que traemos desde Argentina. Luego de 10 minutos, como era de esperarse, salió la dueña y nosotros nos quedamos más tranquilos. Enseguida nos encontramos con Annette y nos abrazamos, como sólo se hace con amigos o familiares en este país y Annette, definitivamente, ya era familia.

Un año había pasado ya desde la primera vez que nos fue a buscar a Odense y subió nuestras mochilas a su Volvo modelo 95. En ese entonces nos parecía una alemana un poco fría y distante. Un mes pasamos con ella, su esposo Martin y su perro Pepper, mientras trabajábamos limpiando malezas, recolectando chauchas, frutillas y tomates. Un mes en el que vivimos un fogón en la playa para el día más largo del año, charlas hasta las dos de la mañana, caminatas por los fiordos y la sensación de que todo había valido la pena tan solo por el tiempo que pasamos con ellos. Cada día fue único.

Claro que hubo días de mucho trabajo al sol, moretones en las rodillas, cortes y picaduras en los brazos y algún que otro malentendido. Claro que hubo noches de estrés y llanto por no saber cómo íbamos a llegar hasta Copenhague y conseguir trabajo.

De todo eso me acordaba mientras miraba el techo, entredormida gracias a la luz tenue del velador-mundo, el calor y la suavidad de Pepper y la música de fondo. Dicen que no hay nada como volver a un lugar que no ha cambiado nada para descubrir cuánto ha cambiado uno, y algo de eso fue lo que sentí. Bueno, más que cuánto había cambiado era cuántas cosas habían pasado. Nos fuimos ocho meses atrás, sin saber a dónde dormiríamos la semana siguiente. Después de eso vendimos helados en una isla donde se podían ver los atardeceres más hermosos, conocimos a una pareja de daneses que nos invitaron a pasar Navidad con ellos, llegamos a Copenhague, hicimos amigos argentinos, le tuvimos mucho miedo a la ciudad, le perdimos el miedo. Conseguimos trabajo y aprendí a lavar platos, a cortar fiambre, a limpiar cocinas, a trabajar turnos de 13 horas, a soportar la presión y a aceptar órdenes (bueno, no sin responder en legítima defensa 😛 ). Hice amigos daneses e islandeses, aprendí a respetar sus tiempos. Conocí castillos en Suecia y cumplí mi más anhelado sueño en Islandia: ver la Aurora Boreal. Vi nevar al lado de un glaciar, conocí el castillo de Hamlet y tomé mates arriba de un barco vikingo. Nos mudamos 6 veces. Tuvimos malas y buenas experiencias. Armamos un proyecto de viaje en bicicleta por la diabetes cual tesina de tecnicatura. Al principio era una utopía, después fue real. Descubrí que el periodismo me dio herramientas y que puedo usarlas en pos de una causa, o de varias. Me caí de la bici y tuve que ir al hospital, me deprimí por el invierno, lo gris y el frío. Me enamoré de la vida de nuevo cuando tuvimos el primer día de sol después de cuatro meses.

Ese remolino de todo lo que había pasado en los últimos meses me hizo sentir plena. Nunca imaginé que podían pasar todas esas cosas, nunca creí que fuese capaz de alguna de ellas, más que nada, las relacionadas con el trabajo. Y ahí estaba, sintiendo una vez más que todo valía la pena.

Mi trabajo en Dinamarca

Al principio no sabía por dónde empezar a buscar. ¿Qué tipo de trabajo estaba dentro de mis posibilidades? No hablaba danés y mi inglés era medio (aunque casi básico en el escrito). Sabía que podía hacer trabajo de limpieza porque ya lo había hecho en Australia, pero ¿cómo contactar a las agencias? Los job center (lugares donde ayudan a la gente a conseguir trabajo) eran sólo para profesiones. Así que salí a la calle a buscar lo primero que se nos ocurre a todos: trabajo de moza. Imprimí uno 100 cv (una exageración) y creo que llegué a repartir 20. Entre la falta de costumbre y el miedo a que mi inglés medio básico quede expuesto, me daba pánico entrar a los locales a dejar mi cv. Se suponía que tenía que demostrar confianza, seguridad y personalidad, pero con la necesidad inminente de conseguir trabajo y la certeza de que aún no teníamos alojamiento para los días siguientes, estaba más insegura y sensible que nunca. Copenhague me agobió los primeros días. La ciudad era grande, había gente de todas las nacionalidades y yo era un inmigrante más intentando encontrar un lugar y empezando de cero. Acá no había trato ni oferta laboral especial para los viajeros de la Working Holliday, se sentía casi como un exilio consentido.

Me encontré con que trabajo de moza era más difícil de conseguir de lo que pensaba. En muchos lugares ni me recibían el curriculum y en otros me decían que sin hablar danés no podía pretender ese puesto. Si bien conocía argentinos que estaban trabajando como mozos, parecía que las opciones eran escasas. En ese corto lapso de 4 días, tuve 2 entrevistas. La primera fue en un importante restaurante de la zona céntrica que casi ni vale la pena mencionar ya que me dio la sensación de que el encargado estaba buscando novia más que moza. Demás está decir que no me contrataron. La segunda fue para hacer tours guiados en bicicleta en inglés, y si se daba la ocasión en español. Sí! Suena genial, casi como el trabajo perfecto. Ya me imaginaba recorriendo Copenhague en bici con turistas de todas partes del mundo, cuando me dijo que era una vez con semana dependiendo de los grupos que aplicaban online para el tour. Bueno, haciendo cálculos, con eso no pagaba ni una semana de alquiler y por muy lindo que parecía no me servía para subsistir en Dinamarca. Además, ya sabía que todo trabajo al aire libre tenía su fin entre octubre y noviembre por el frío y la lluvia. Pero esa segunda entrevista fue la más productiva de todas ya que el chico de 20 años encargado de los tours nos recomendó a mí y a Uli dejar de repartir cv en la calle y mandar mails, cientos de mails. Y así fue como Uli mando unos 200 mails pidiendo trabajo de wash disher (sí, increíblemente consiguió 3 entrevistas así). Resulta que el puesto en cuestión es de dishwasher, lo que se conoce como bachero o lavaplatos en Argentina. Supusimos que eso era una buena opción si no hablabas nada de danés y tenías un inglés básico. A una de esas entrevistas caí yo, diciendo que Uli ya había conseguido trabajo en otro lugar y pidiendo que me tomen. Cuando Uli recibió la respuesta de este lugar me dijo que había visto las fotos y parecía ideal para mí: colores, postales y libros. Y no se equivocaba. Enseguida empecé a trabajar full time y con contrato. No podía pedir más nada, salvo aprender más rápido a ser dishwasher-ayudante de cocina y multifunción. Mi trabajo consistía en lavar los platos (entiéndase por platos todos los elementos de la cafetería y la cocina), cortar papas, romper los huevos (por surte en eso ya era buena de antes :P), cortar bacon-panceta (nada me costó más), limpiar la cocina, el sótano, ayudar al chef en lo que necesite y ayudar a las mozas en lo que necesiten. Básicamente era hacer todo eso a la vez. Por suerte las mujeres argentinas estamos acostumbradas a hacer muchas cosas al mismo tiempo y rápido, así que en un mes empecé a dominar la situación. Pero durante ese primer tiempo fue todo un caos. Casi que no me habían explicado nada, ni cómo funcionaba la máquina industrial lavaplatos. Entre las instrucciones escritas en inglés, las llamadas por teléfono de mi supervisor (de las cuales entendía menos de la mitad, ¡y eso que les dije miles de veces que me escriban que no entendía el inglés de los islandeses por teléfono!), las agitadas que me pegaba el chef inglés-nigeriano con no sé cuántos títulos en cocina y las incontables veces que me cortaba con los cuchillos afilados, mi nivel de estrés estaba por las nubes. Eso sumado a las amenazas constantes del chef de que si yo no era capaz de hacerlo todo, podían buscar a alguien más que lo haga. Lindo. Y fue así que luego de un fin de semana en el que trabajé turnos de 13 hs viernes, sábado y domingo, dije basta. Al día siguiente fui y le dije al chef que no me iba a morir estresada por su culpa (ya estaba dispuesta a todo) e, increíblemente, empezaron a cambiar las cosas. Supongo que me tuvo respeto o se dio cuenta de que al final sí podía hacerlo, la cuestión es que me empezó a tratar como una amiga más (chistes y todo). En el lapso de ese mes ya había echado a dos dishwasher del otro turno porque eran muy lentos y no limpiaban bien (presión a full), hasta que dejaron a uno que era de Islandia y que era muy lento también y todos lo odiaban por eso. Ahí me relajé ya que si no lo echaban a él a mí tampoco. A esa altura ya había aprendido a manejar los tiempos y tenía todo calculado para terminar de limpiar la cocina y el área de dishwasher antes que las mozas (premisa fundamental). El chef inglés-nigeriano renunció y tomó el lugar un danés con el que nos hicimos muy buenos amigos. También les gané por cansancio a las danesas y logré que entraran en confianza conmigo a los meses.

Muchos me preguntan por qué no busqué otra cosa o cómo es que no me cansé de ser dishwasher. Bueno, la verdad es que no me gusta para nada cortar bacon, cambiar los bidones pesados del aceite de las papas fritas o limpiar las parrillas pesadas y calientes todas las noches. Pero la visa Working Holiday de Dinamarca te da algo que las visas de otros países no te dan, y es la posibilidad de trabajar los nueve meses en el mismo lugar. El trabajo no me gustaba, pero el grupo de gente que trabajaba ahí se fue convirtiendo en mi pequeña familia. Pasamos muchas horas juntos, más que nada los fines de semana que eran interminables. Me di cuenta de que habíamos formado una amistad el día que empezamos a discutir por pavadas o a hablar de temas profundos, sobre todo los domingos a la noche cuando ya no entendíamos nada. No podía dejarlos. Creo que la parte fea de viajar es que uno pierde ese sentido de pertenencia a un grupo y se extrañan las juntadas con amigos. The Laundromat Café, me estaba dando eso que me faltaba.

Quizás no fue el  trabajo más lindo del mundo, ni el mejor pago. Quizás no fue algo que enriqueció mi carrera o que aportó a mi profesión, pero trabajar de dishwasher estos nueve meses fortaleció mi autoestima. Ahora sé que puedo trabajar de lo que sea, empezar de cero y ser muy buena en lo que hago, sin importar qué. Los últimos meses terminé ayudando al chef en la cocina todo el tiempo y a las chicas en el café. Supongo que valoraron mi capacidad de observar, aprender rápido y de hacer las cosas sin que me las pidan.

Supongo que me llevó tiempo, pero aprendí que lo importante no es conseguir el trabajo de tus sueños sino algún trabajo que te permita cumplir tus sueños. El trabajo tiene que ser el medio, no el fin. Y si lavar platos me ayudó a ver la aurora boreal, ¿qué podría ser mejor que eso?


Durante los primeros minutos del año 2014 pedí un deseo, como lo hago todos los años. Pedí que me dieran un permiso de trabajo para algún país, no importa cual. Sabía que no había muchas chances ya que no cumplimos con todos los requisitos para algunas. “¿Dinamarca? Pero si ni siquiera hablo bien inglés, menos danés y no nos alcanza ni para el primer mes de alquiler”. Y así fue como el plan z se convierte en el salvavidas.

Lo que voy a extrañar: ser mujer en Dinamarca

Voy a extrañar Copenhague. Ya lo siento muy casa, muy mío. Voy a extrañar cruzar la ciudad a la una de la mañana en bici, sola y sentirme segura. Me costó tanto sacarme la paranoia con la que crecí, me constó tanto entender que estaba segura. Uli me tenía que ir a buscar a mitad camino los primeros meses, cuando volvía del trabajo a la noche. Varias veces lo llamé casi llorado porque sentía que me perseguían, porque tenía miedo. Ahora, luego de casi nueve meses en la capital del país, comprendí que ese miedo con el que crecemos las mujeres en algunos países no es normal. No es normal que nos sintamos agradecidas porque llegamos a los 20 sin ser violadas. No es normal que salgamos con un gas pimienta en la mochila ni que caminemos apuradas y mirando como posible violador a cualquier hombre que tenemos cerca.

Ya va más de un año que camino libre, sin escuchar ningún comentario sobre mi ropa, mi sexo o mi cuerpo. Ya hace algunos meses que me di cuenta que eso sí era lo normal. Voy a extrañar el país de las mujeres fuertes, independientes y autosuficientes; del aborto no punible y de la igualdad de género.

Claro que también voy a extrañar la facilidad para moverse en bicicleta, el respeto por el ciclista y el peatón y la señalización de las calles. Pero más que nada, los espacios verdes y esa ley divina que dice que cada danés debe tener un área de descanso y recreación a no más de 15 minutos a pie de su casa.

Claro que extraño y amo a mi país, los domingos en familia y los mates entre amigos. Pero en Dinamarca aprendí que hay otra forma de hacer algunas cosas. Que hay conductas que podemos y debemos mejorar.

Hygge

Me llevo ideas, me llevo el Hygge. Hygge es una palabra danesa casi imposible de pronunciar y que no tiene traducción directa a otros idiomas. Significa algo así como crear el ambiente o utilizar elementos para crear un ambiente acogedor. Las velas en la ventana o en la mesa a la hora de la cena (todas las noches), las servilletas de papel con dibujos, colores y frases motivadoras, los mapamundi en las paredes, las lucecitas tenues con función decorativa, los pilotines de colores para hacer muffins, las pantuflas temáticas, las vinchas abrigadas para la cabeza, las bicis con carrito, los dibujos en el café, las decoraciones navideñas y las cervezas especiales para cada fecha. Además, todo lo que sea hecho a mano es hygge. Y a nosotros nos falta un poco eso, a veces por miedo de pecar de consumistas o por ser más simples. Nosotros, en una reunión de amigos, abrimos el paquete de galletitas/masitas y lo ponemos sobre la mesa junto a la botella de gaseosa. Los daneses hacen las galletitas, las acomodan en algún lindo plato decorativo que combina con la mesa y ponen la gaseosa en un jarrón de vidrio. Eso es lo más normal para ellos y, créanme, hay diferencia. Ellos crean el ambiente con simples detalles como la vela, la servilleta con frase y el jarrón de vidrio. Estuve 5 meses intentando entender que es lo que había de diferente en el ambiente, hasta que Gitte (danesa que nos invitó a pasar Navidad) me habló de Hygge y todo cobró sentido.

H.C. Andersen

También cobraron sentido los cuentos de mi infancia. Terminé de entender El soldadito de plomo, El patito feo, La Sirenita, El traje del emperador, Pulgarcita y La princesa y el guisante, cuando me enteré que eran de Han Christian Andersen ¡y que era danés! Los últimos meses antes del viaje me los pasé cantando la canción de la película de Disney “La Sirenita”, sin saber que la historia (mi preferida)  había sido escrita por un danés y que iba a terminar viviendo un año en su país.


Son muchos los que al salir de su país evitan cruzarse con compatriotas. No los culpo, uno quiere conocer otras culturas, escuchar otro idioma y otras historias. Pero si mis recuerdos de esta WORKING HOLIDAY son llenos de sonrisas más que de días grises, es gracias a todos esos argentinos que cruzamos en el camino. Rascando la olla, Alto guiso, La argentinidad al palo, son algunos de esos nombres de chat en Facebook que terminaron adquiriendo un significado más que especial. Cuesta irse, cuesta alejarse de estas personas que se convirtieron en amigos y familia. Algunos ya se fueron antes y se sintió la falta. Hoy, nos toca a nosotros.

“Pienso que somos emigrantes toda la vida. Siempre nos estamos yendo de los lugares, de la gente, de las cosas, de los paisajes. A veces el problema es cómo nos vamos, cómo decimos adiós, o cómo no lo decimos.” Cristina Pacheco.


Dicen que el clima en Copenhague es como un Ga-Jol (golosina danesa). Lo que pasa con esta golosina es que nunca se sabe qué sabor va a tener y lo que pasa con el clima es  que nunca se sabe cómo va a estar (y puede cambiar muchas veces en un día).

Yo diría entonces que Dinamarca es como un Ga-Jol, nunca se sabe qué te va a tocar y qué experiencia vas a tener, pero vale la pena intentarlo.

15 Comentarios »

  1. Hola Viajeros crónicos! Quiero que sepan que son una gran luz en el camino! Estamos arrancando todo esto que vos relatas! Y ya desde un principio veo tantas coincidencias!
    Odense, vamos a ir a kenterminde y luego a la gran ciudad!
    Encantado de conocerlos de este modo tan particular, pero tan próximo! Les agradezco de corazón lo que hicieron y hacen!
    Ojala pueda pasar por estas experiencias que relatas!
    Éxitos con el proyecto nuevo!
    Abrazo a la distancia!
    Tak

    • Hola Ariel! Primero que nada muchas gracias por leer y por tomarte el tiempo de dejarnos un comentario. No muchos lo hacen y es lindo saber que hay alguien ahí del otro lado =)
      Desde ya, estoy segura de que van a vivir estas experiencias y más. Cuando quieran envíennos un mensajito contando por lo que van pasando así también volvemos a Dinamarca con ustedes.
      Suerte y que Dinamarca los sorprenda =)

  2. Hola chicos!
    Hace ya un año que nosotros volvimos de Nueva Zelanda, y ahora estamos empezando a planear con tiempo el viaje a Dinamarca. Leer las historias de los demás nos llena de ansiedad y renuevan las ganas de arrancar.
    Muchas gracias por compartirlo!
    Saludos!

  3. Muy bueno leer tus experiencias! Hace mucho tiempo me da vueltas en mi cabeza la idea de irme, de explorar, de vivir algo nuevo (con los desafíos que eso incluye) y empezar de cero, saber qué es lo que se siente. Buscando en Google acerca de experiencias en Dinamarca encontré esta página y este increíble y detallado relato! Mi único miedo es el no poder encontrar trabajo, soy bilingüe (español e inglés) y hablo nivel intermedio de francés pero nada de danés. No tendría ningún problema en ser dishwasher pero me gustaría saber si es la única posibilidad o hay otras opciones allá para un inmigrante. Muchas gracias y que sigan las aventuras!

    • Hola Manu! Gracias por tus palabras. Hay otras opciones. Dishwasher es lo más rápido que se encuentra. Otra opción rápida es housekeeping. Si llegas en abril y mayo podés conseguir atendiendo puestos de comida y esas cosas. En esa época también hay algunas chances de que consigas de mozo. Hay profesionales de la ingeniería y del turismo que consiguieron trabajo de lo suyo. Podes conseguir otras cosas aunque no sé bien que y tarda más meses. Todo depende de tu situación y del mes que llegues. No lo dudes. Con ese manejo de idiomas te puede ir bien, dale para adelante. Mil gracias por tu comentario y acá estoy para lo que necesites.

  4. hey me encanto como contaste tu experiencia!! genia!! yo llegue hace un mes y estoy con Daniel, Erwin, Michi, Yani, me hablaron de ustedes y me puse a leer su pagina! me alegro el dia!!! 🙂 gracias por eso! y espero anden de 10

  5. Hola Ali!!!! como estas?? soy Yami Almada, compañeras de curso. hace un tiempo encontré tu pagina y que buenos relatos que haces, me tele transportan como si yo estuviese en ese lugar. Mucha suerte y sigan disfrutando ustedes que pueden de conocer tantos lugares hermosos.!!! Saludos a tu compañero de ruta también!

  6. Hermoso relato!! En unos meses me toca hacer la experiencia y la ansiedad va de la mano con el miedo jajaja.
    Te puedo preguntar qué onda vivir y trabajar en otra ciudad que no sea Copenhague? O cómo puedo averiguarlo?
    Muchas gracias!!

  7. Hola viajeros! estoy intentando hacer mi experiencia en el mundo y estoy entre aplicar a Dinamarca o Australia, Se que hay muucha diferencia, pero algo me llama mucho la atencion de dinamarca y de su cultura y me gustaria aplicar. Soy licenciada en turismo y busco trabajar de lo mio, quisiera saber cuales son las posibilidades de esto, de poder trabajar alla y tener una experiencia !!! Gracias por todo =)

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